Suponían los ingleses que en Santa Cruz de Tenerife iban a encontrar grandes caudales de dineros, o de cargamentos de Filipinas, de la Tesorería o incluso riquezas de los particulares...

Sabían que este puerto no era una plaza de armas fortificada y que era fácil atacarla, sin tener tropa suficiente.

Santa Cruz de Tenerife disponía en aquel entonces para su defensa, los Castillos de Paso Alto, San Pedro, San Cristóbal, San Andrés, San Juan y San Francisco, El Fuerte de San Miguel y las Baterías de Santa Isabel, San Antonio, La Altura, El Pilar, Los Melones, El Muelle, La Concepción, San Telmo y Las Cruces.

El ejército estaba prácticamente constituido por las Milicias Canarias. Soldados canarios que en su mayoría derivaban del campo o de sus tareas profesionales y que acudían solícitos al combate cuando eran requeridos sus servicios en caso de alarma. Además existían Milicias de Infantería y de Artillería, algunos hombres de Cuba y la Habana y algunos soldados franceses al mando del comandante Ponné. En total las fuerzas con las que contaba Tenerife estaban en torno a 1700 hombres.

La escuadra inglesa, al mando del contralmirante Nelson contaba con los navíos Theseus (nave capitana), Cullodon, Zealons, y Leander; las fragatas, Emerald, Seahorse y Terpsichore, el cúter Fox y la bombarda Rayo, capturada a los españoles. Entre todos los que navegaban habría unos 2000 hombres.

El 22 de julio, al amanecer, la escuadra inglesa estaba a la vista de Santa Cruz, trayendo 39 lanchas que compartieron en dos divisiones, dirigiendo la una al valle del Bufadero y la otra, de 16, hacia Santa Cruz.

Un cañonazo de alarma puso en movimiento a la población.

En un número de 1200 hombres desembarcaron en Valleseco y se apoderaron de la montaña La Jurada, donde se hicieron fuertes.

El día 23 se observó que al fin los ingleses se habían reembarcado, gracias a la oposición de las tropas canarias en el risco de La Altura, y que la escuadra había levado anclas, dirigiéndose hacia el Sur llegando por la tarde a Barranco Hondo y Candelaria, donde pernoctó sobre la costa de Chimisay.

El día 24 de julio se vio que los buques se esforzaban por ganar el barlovento en lugar de seguir el rumbo iniciado. A las seis de la tarde, de nuevo la escuadra andaba en el mismo sitio que el día anterior, dando indicios de atacar Paso Alto, haciendo al anochecer 43 disparos de bombas que no causaron ningún estrago.

En la madrugada del día 25 se desencadena el asalto final con 1500 hombres guiados por sus jefes y oficiales y teniendo por cabeza al propio contralmirante Nelson.

La fragata “Reina Luisa” es la primera en dar la alarma y las baterías de los castillos hacen fuego rechazando las lanchas y hundiendo el cúter Fox, malhiriendo a Nelson y dando muerte entre otros, a los oficiales Bowen, Thorpe y Weterhead, al mismo tiempo la resaca dispersó las lanchas, estrellándolas contra las rocas, donde tuvieron que soportar el fuego de la artillería.

No obstante, una lancha que conducía el capitán Toubridge pudo desembarcar por el paraje de La Caleta, al mismo tiempo que por otros puntos del Barranquillo del Aceite, Las Carnicerías y el Barranco de Santos desembarcaba el grueso de los demás ingleses. Estos se internaron por el pueblo y se dirigieron hacia el convento de Santo Domingo y hacia el Castillo principal de San Cristóbal con ánimo de apoderarse de él. Al ser rechazados, terminan tomando posesión del convento.

El general D. Antonio Gutiérrez, Comandante General de Canarias, de forma presta, movió sus fuerzas y fijó a los británicos en sus posiciones. Ocupó el muelle para evitar la llegada de refuerzos y aumentó la intensidad del cerco alrededor de la iglesia de Santo Domingo. Todos los intentos de ayuda de Nelson a sus hombres cercados fueron infructuosos.

El convento de Santo Domingo, fue el último reducto en ser recuperado de manos inglesas y desde donde se ofreció, por parte del capitán Samuel Hood, las bases de una capitulación que aceptó D. Antonio Gutiérrez, y que dio por terminada aquella sangrienta jornada. Dicha capitulación fue ratificada por el capitán Toubridge y tras la misma, comenzaron los trámites para el reembarque de las tropas inglesas, desfilando con banderas desplegadas ante las tropas canarias formadas en la plaza de la Pila.

Los soldados ingleses fueron embarcados con todos los honores, habiendo sido obsequiados con raciones de pan y vino en aptitud caritativa por parte de la población canaria, hecho reconocido por Toubridge en carta enviada a Nelson.

El día 25 de julio quedo, toda la escuadra inglesa embarcada, a excepción de los heridos, que eran atendidos en el Real Hospital y el acta de capitulación le fue enviada a Nelson.

Al día siguiente 26, y de manos del propio Toubridge, le fue entregada al general Gutiérrez la carta que Nelson le enviaba.

“El Teseo. Frente a Santa Cruz de Tenerife, 26 de julio de 1797.

No puedo separarme de esta isla, sin dar a V.E. las más sinceras gracias por su fina atención para conmigo, por la humanidad que ha manifestado con los heridos nuestros que estuvieron bajo su poder o bajo su cuidado y por su generosidad para con todos los que fueron desembarcados, lo cual no dejaré de hacer presente a mi Soberano y espero con el tiempo asegurar a V.E. personalmente cuanto soy de V.E. obediente humilde servidor.

Horacio Nelson.

P.D. Suplico a V.E. me haga honor de admitir una barrica de cerveza inglesa y un queso.”

El general Gutiérrez ordenó el traslado de los heridos ingleses a su escuadra y convidó a comer a algunos oficiales a su propia mesa.

Posteriormente escribió la carta de contestación a Nelson.

“Muy señor mío de mi mayor atención:

Con sumo gusto he recibido la apreciable de V.S. efecto de su generosidad y bien modo de pensar, pues de mi parte considero que ningún lauro merece el hombre que sólo cumple con lo que la humanidad le dicta, y a esto se reduce lo que yo he hecho para con los heridos y para con los demás que desembarcaron, a quienes debo considerar como hermanos, desde el momento que concluyó el combate.

Si en el estado en que ha conducido a V.S. la siempre incierta suerte de la guerra, pudiese yo o cualquiera de los efectos que esta isla produce, serle de alguna utilidad o alivio, ésta sería para mí una verdadera complacencia y espero admitirá V.S. un par de limetones de vino, que creo no sean de lo peor que se produce.

Seráme de mucha satisfacción tratar personalmente cuando las circunstancias lo permitan, a un sujeto de tan dignas y recomendables prendas como V.S. manifiesta. Y entre tanto, ruego a Dios guarde su vida por muchos y felices años.

Santa Cruz de Tenerife, 26 de julio de 1797. B.L.M. a V.S. su más seguro servidor atento

D. Antonio Gutiérrez.

P.D. Recibí y aprecio la cerveza y queso con que V.S. se ha servido favorecerme. Recomiendo a V.S. la instancia de los franceses, que le habrá hecho presente el comandante Toubridge a nombre mío.”

El general Gutiérrez envió al ministro de la Guerra el primer parte fechado el 25 de julio, donde relataba el vencimiento de la escuadra inglesa, por medio del propio Nelson, que se ofreció como portador para tal fin, llegando a Cádiz el mismo, y siendo entregado por el almirante Jarvis y posteriormente trasladado a la corte de Madrid.

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Homenaje y recuerdo a los caídos durante el ataque inglés a Santa Cruz de Tenerife

Muertos y heridos franceses en Tenerife durante los ataques ingleses de 1797

Agradecemos a La Tertulia de Amigos de La Gesta del 25 de Julio de 1797 por la información aportada.